Las provincias de Alicante, Baleares, Murcia, Valencia, Castellón, Málaga, Lugo o Madrid lideran el alza de los precios, con incrementos de hasta el 24,1% interanual.

El mercado inmobiliario está viviendo su momento más intenso desde el estallido de la burbuja inmobiliaria, con subidas de precios que superan incluso a las de algunos años de la época del boom. Sin embargo, esta situación es muy heterogénea, ya que muchas localidades de la costa mediterránea registran subidas superiores al 10% e incluso al 20% mientras que algunas provincias de interior quedan en retroceso, debido a la escasa presión de la demanda.
El precio de la vivienda subió un 11,7% interanual en abril, de acuerdo con los datos publicados ayer por el portal inmobiliario Fotocasa, lo que supone el incremento más pronunciado desde 2006, cuando España se encontraba todavía en plena burbuja inmobiliaria. Esta cifra además indica un notable acelerón, ya que los precios cerraron el año pasado con un ritmo interanual del 8,4% en diciembre, y hace doce meses, en abril del año pasado, la velocidad era todavía un punto inferior, del 7,4%.
Esta subida se debe fundamentalmente a la fortaleza de la demanda, animada por la rebaja de los tipos de interés, que ha logrado abaratar el coste de las nuevas compras a pesar de la escalada de los precios. Esto ha llevado a que la compraventa de viviendas se disparen un 11,9% anual en los últimos doce meses, hasta febrero de este año, de acuerdo con las últimas cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE). Y, si a ello se suma una creciente presión demográfica y la falta de vivienda de obra nueva, el resultado es «un problema estructural entre la oferta y la demanda cada vez más acrecentado que tensiona los precios a la laza de forma significativa», explica María Matos, directora de Estudios de Fotocasa.
Por provincias, con todo, la situación no es nada homogénea, ya que la presión no se reparte en igual medida sobre todo el mercado. Así, la provincia de Alicante lidera las subidas de precios con un incremento del 24,1%, seguida de Baleares (22,2%), Murcia (19,1%), Valencia (18,5%), Castellón (17,5%), Málaga (15,9%), Lugo (15,6%), Madrid (14,3%), Las Palmas (13,5%), Pontevedra (13,5%), Granada (12,9%), Asturias (12,9%), Cantabria (10,9%), Palencia (10,6%) y Cádiz (10,2%). En sentido contrario, hay cinco provincias en retroceso por la pérdida de población y la disponibilidad de suelo para construir: Ávila, con un descenso del 5%, Soria (1,7%), Albacete (1,5%), Córdoba (1,1%) y Ciudad Real (0,1%). Si bien en la lista de provincias al alza hay muchas de la costa mediterránea, además de Madrid, también se encuentran algunas zonas del tercio Norte, que en los últimos años ha ganado atractivo tanto para los nacionales, como primera o segunda residencia, como para los extranjeros, gracias a su suave clima.
Además, al contrario de lo que sucedía en ocasiones anteriores, donde las capitales tiraban del mercado, ahora son los pequeños y medianos municipios fueras de las capitales los que más suben, ya sea por la búsqueda de segundas residencias en zonas de costa o por la compra de un inmueble en una ciudad dormitorio, para sortear las subidas de precios en la capital. Así, las mucho más intensas subidas en la provincia que en la capital en Alicante, Valencia, Murcia o Baleares se ven respaldadas por las fuertes subidas de precios en algunos municipios de estas zonas. En concreto, Bigastro, en Alicante, lidera el ránking nacional con un incremento de precios del 76,7% anual, seguido de Los Alcázares, en Murcia (72,7%); o las también alicantinas localidades de Mutxamel (67,1%) y La Nucía (63,9%). ¿Hay burbuja? A pesar de esta subida, «a nivel nacional el coste de la vivienda todavía se encuentra a un 15% de alcanzar máximos», explica Matos, si bien «la variación presentada marca un récord histórico». «Esto indica que nunca nos habíamos enfrentado a un ritmo de encarecimiento tan rápido como este», añade. Sin embargo, incluso en una situación que pueda recordar a la de hace dos décadas, en algunos aspectos, desde el sector señalan que el mercado está lejos de experimentar una burbuja como la de aquellos años. Por un lado, los precios suben con mucha fuerza, pero lo hacen precisamente por la falta de obra nueva, no a pesar de una avalancha de promociones como sucedía en aquella época. En segundo lugar, hay una gran demanda embalsada, de cerca de un millón de hogares, porque muchos jóvenes no han podido acceder a la compra de una vivienda en las últimas décadas, lo que significa que, si una compra falla, otra tomará el relevo. En tercer lugar, los bancos han sido mucho más cautos con el crédito, lo que reduce el riesgo de un colapso del sistema. De hecho, el volumen de transacciones es un 15,5% inferior al de 2007.
Por ello, todo apunta a que los precios seguirán teniendo un cierto recorrido al alza, por lo menos mientras los tipos de interés sigan a la baja. Sin embargo, el alivio en la política monetaria se puede ver truncado en el caso de que la guerra arancelaria desatada por EEUU provoque una espiral inflacionista que obligaría a cerrar el grifo del dinero.
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